
Desde hace muchos años, Haití está desestabilizado por una crisis política, a la que se añaden crisis humanitarias, socioeconómicas y de seguridad, hasta el punto de que el actual Primer Ministro, Ariel Henry, nombrado dos días antes del asesinato de Jovenel Moïse, lanzó el pasado mes de septiembre un llamamiento a la comunidad internacional para la creación de una fuerza armada internacional que garantice el desbloqueo del Varreaux fuel terminal, bloqueado por la Banda del G9, con el fin de garantizar la distribución de agua, el transporte de material médico y evitar epidemias. Este bloqueo se produce tras la decisión del gobierno de aumentar sustancialmente el precio del combustible.
A petición del FMI, desde 2018, varios intentos de reducir los subsidios estatales a los productos derivados del petróleo habían paralizado el país y lanzado al pueblo haitiano a las calles. Para contener esta presión popular, el actual Primer Ministro decidió, en julio de 2022, responder a los requerimientos del FMI con el fin de obtener, a largo plazo, un tramo de crédito más elevado con las consecuencias de más reformas económicas.
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